¿Conoces a tu vecino judío? Mensaje desde Tierra Santa

Estoy en Tierra Santa y me encuentro con el Padre Mathías. Pertenece a la comunidad de los benedictinos en Tabgha. Esta comunidad recientemente fue víctima de un atentado que se nos refiere como parte de esta entrevista.

Comienzo preguntándole sobre su persona y sobre su comunidad. Me responde que él es de Alemania, al igual que muchos de los miembros de esta comunidad. Sin embargo, también hay frailes de Polonia, de Irlanda y de otros lugares, lo cual hacen que esta sea una comunidad internacional.

Posteriormente me cuenta cómo experimentó su llamado a la vida religiosa cuando estaba estudiando teología y decidió viajar a Tierra Santa para profundizar sus conocimientos sobre la Biblia.

Refiere que tuvo una conversación con el abad benedictino que lo marcó tan profundamente que decidió ingresar en esa orden. El padre ha estado en Tierra Santa desde el 2008.

El padre comienza a relatar los incidentes del atentado que habían sufrido recientemente.

Fue en la noche del 17 al 18 de junio que unos fundamentalistas prendieron fuego en la entrada principal de monasterio, en la recepción y la sala de acogida para los peregrinos.

El fuego en este recinto fue tan intenso que toda la entrada fue destruida. Las llamas no alcanzaron a dar con la iglesia, pero sí acabaron con algunos iconos y libros sagrados.

Además, uno de los sacerdotes de mayor edad tuvo que ser hospitalizado como consecuencia de las inhalaciones de humo.

Señala también que tenían una tienda de souvenires que quedó arruinada por el humo. Esta es también una grave pérdida, pues era la única fuente de ingresos con la que se podían procurar su sustento.

Hasta ahora no se tiene una idea clara del costo de las reparaciones; pero lo cierto es que aún hay mucho que hacer y se requerirá un amplio presupuesto. Además, el atrio de la entrada era una réplica de una construcción bizantina que será difícil de reemplazar.

De momento no se sabe quiénes fueron los causantes de este daño, pero se sospecha de algunos judíos fundamentalistas. El padre rehúsa llamar a sus atacantes “judíos”, pues, según nos comenta, estas personas son criminales que atacan a instituciones musulmanas y cristianas.

No son los judíos ni los musulmanes los responsables de tales atentados; se trata de los extremistas judíos o musulmanes que arremeten contra las propiedades y, en ocasiones, contra la vida de los cristianos.

También nos comenta que, además de los daños físicos, los perpetradores de este crimen escribieron una oración judía: “hay que destruir a los falsos dioses; hay que destruir a los ídolos”.

Esto es verdad, pero lo que ellos no saben es que nosotros, como cristianos, adoramos al verdadero Dios. Es verdad que los judíos tienen una idea de Dios distinta, pero, a fin de cuentas, es el mismo Dios, no un ídolo.

Este tipo de ataques son algo sin largos precedentes, pues hasta hace algunos años había paz en la región. Sin embargo, en los últimos años los ataques se han intensificado de modo que éste no es el primero.

El padre refiere cómo el 27 de abril pasado tuvieron un ataque por parte de jóvenes judíos que lanzaron piedras a los fieles que estaban rezando en la iglesia y destruyeron una cruz.

También en la casa de Jerusalén, después de la visita del Papa, les encendieron fuego en su Iglesia.

En añadidura, los extremistas no sólo estropearon autos y profanaron el cementerio arrancando plantas y derribando lápidas, sino que también escribieron grafitis insultantes contra Jesús y contra la Virgen.

San Charbel

El padre lamenta que el gobierno israelí no haya hecho nada por prevenir ni remediar estos ataques. A pesar de que las noticias llegan a Europa y a América, no se recurre a medidas eficaces. Este último ataque, como es un poco más notable, hace pensar que el gobierno tendrá que intervenir.

El padre comenta que no puede entender a esta gente, pero que nuestra reacción debe ser educar a los jóvenes en una buena fe. Los que son educados para ser extremistas, no tienen un sentido en la vida y pueden llegar a asesinar gente inocente.

El cristianismo, el judaísmo, el islam ofrecen una buena idea de la vida y nos invitan a respetarnos unos a otros. El odio y la violencia son contrarios a Dios, pero debemos abrirnos a la esperanza de que en el futuro seremos capaces de llevar este mensaje a la mente y al corazón de los demás.

Posteriormente le pregunto cómo vive la situación ante el conflicto palestino-israelí. Responde que los cristianos son una minoría en Tierra Santa; son un 2% de la población.

Por una parte, nos explica que quienes viven en Israel tienen la ciudadanía israelí, se les acepta en la sociedad, tienen libertad de movimiento, educación y asistencia sanitaria.

Pero en la parte palestina no existe tal libertad para los cristianos, pues son mayoría musulmana. Los árabes no aceptan a los cristianos y la situación de estas minorías es cada vez más intrincada.

Muchos de ellos viven del turismo y cuando surgen conflictos políticos, el turismo decae y, por consiguiente, los comercios de los cristianos decaen también. Echando una mirada a su entorno el padre se pregunta cómo será el futuro para las minorías cristianas en Tierra Santa.

Luego comenzamos a hablar del muro que divide Israel de Palestina y el padre nos refiere que, siendo él alemán, el muro le evoca el triste episodio del muro de Berlín.

El muro no sólo separa dos territorios; separa familias enteras, pues recibir un permiso para cruzar por motivos de reintegración familiar es prácticamente imposible.

Ciertamente admite que el muro ha traído seguridad a Israel previniendo los ataques terroristas, pero eso no hace que el muro deje de ser injusto pues suscita más problemas que los que pretende remediar.

Hermanos del pueblo judío

Antes de concluir, le pido que nos dé un mensaje de esperanza para México y me responde que lo más importante es que los cristianos entendamos que somos hermanos del Pueblo Judío.

Jesús, María y los apóstoles eran judíos. Todos deberíamos conocer mejor nuestras raíces judías y empezar a crear vínculos de amistad.

Únicamente cuando exista esa amistad, seremos capaces de entablar un diálogo fraterno que nos permita señalar las carencias y defectos. Hay que abrirnos e interesarnos por conocer a los judíos que viven con nosotros.

Desde esa perspectiva, es bueno tener hermanos con otros credos; eso nos ayuda a entender que todos somos hijos del mismo Dios y que no hay motivo para oponernos unos contra otros.

Por último, le pido un mensaje sobre la vida consagrada y el padre responde que, en realidad, todo bautizado es una persona consagrada.

Todos estamos consagrados en Dios, sea que vivamos en una comunidad religiosa, sea que vivamos en una familia. Lo que tenemos que hacer es buscar una buena relación.

Creamos una buena relación cuando reconocemos a los que no rodean como hermanos. Cuando tenemos esta vida de amor a Dios y al prójimo, entendemos cuál es nuestra verdadera vocación.

Sólo entonces nos sentimos plenos y podemos ser felices; incluso ante tribulaciones como las que nos ha referido el padre Matias, permanece siempre la alegría interior que nada nos puede arrebatar.

Artículo originalmente publicado por El Observador

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