INGLATERRA
SIN RUMBO.
El Tribunal
Supremo inglés permite a familias y médicos matar de hambre y sed a ciertos
enfermos por su propia decisión
Eutanasia
desaforada e indigna
Por Carlos
Alvarez Cozzi
Cuando la
degradación ética relativista en el mundo parece ya no tener límites, ahora en
Iglaterra la propia Justicia permite que los parientes y los médicos de un
enfermo decidan quitarle la alimentación y la hidratación al mismo, causándola
una muerte desesperante e indigna.
En efecto, el Tribunal Supremo inglés
permite retirar comida y bebida a enfermos vegetativos por acuerdo de familia y
médicos. Habría que preguntarse que ahorran un pariente o un paciente en estado
vegetativo en Inglaterra? Si los médicos y la familia se ponen de
acuerdo, ya pueden matarlo de hambre y de sed, sin necesidad de que
ningún juez supervise el asunto (es decir, sin que la Justicia trate
de proteger o defender el derecho a vivir de un enfermo indefenso).
El Tribunal Supremo
inglés el 30 de julio decretó -por unanimidad de 5 jueces- que ya no será
necesario pedir una autorización especial al Tribunal de Protección para
suspender la alimentación y la hidratación de los enfermos en estado vegetativo
permanente, si el personal médico y la familia del paciente están de
acuerdo.
En Inglaterra se ha pronunciado en contra el obispo auxiliar católico de
Westminster, John Wilson, recordando que “no se habla aquí de retirar un
tratamiento encarnizado, ya que dar de comer y beber, nutrir e
hidratar, no son tratamiento, sino los cuidados ordinarios que se deben a
cualquier enfermo (o incluso sano) vulnerable.”
«Igualmente, no puede ser lo mejor para el paciente, sea cual sea su nivel
de conciencia, que su vida sea terminada intencionalmente», agregó. «Nuestro
cuidado para aquellos en tales situaciones es la prueba de nuestra
humanidad común y nuestra solidaridad con algunos de nuestros hermanos
más frágiles».
El obispo Wilson ha recordado un largo y detallado documento sobre bioética
de 2004 de los obispos ingleses y galeses, «Cherishing Life» que ya enseñaba que
negarle a un paciente comida y líquidos «cruza la línea del retirar
un tratamiento inapropiado para entrar en el reino de la eutanasia
pasiva».
Ante esta barbaridad Lucia Scozzoli, italiana, escribe sobre este tema en
“Acabar con las personas en estado vegetativo”.
Ahora en Reino Unido los médicos son también jueces.
Ahora en Reino Unido los médicos son también jueces.
»Un estado vegetativo se da cuando una persona está
despierta pero no muestra signos de conciencia.
»Una persona en estado vegetativo puede abrir los ojos, despertarse
y dormirse a intervalos regulares y tener reflejos básicos, como batir
los párpados cuando se siente asustada por un fuerte ruido, o retirar
la mano cuando se la estrecha con fuerza. Es una persona capaz también de
regular el latido cardíaco y la respiración sin asistencia.
»Sin embargo, una persona en estado vegetativo no muestra ninguna respuesta
significativa, como seguir un objeto con los ojos o responder a las voces.
Además, no muestra signos de sentir emociones.
»Si una persona está en estado vegetativo durante un largo periodo, puede
ser considerado como:
• un estado vegetativo continuo: cuando han transcurrido más de
cuatro semanas;
• un estado vegetativo permanente: cuando han transcurrido más
de seis meses desde una lesión cerebral no traumática, o más de doce meses si
el estado vegetativo está causado por una lesión cerebral traumática.
» Si a una persona se le diagnostica un estado vegetativo permanente,
la recuperación es altamente improbable, pero no imposible».
Sin embargo, en el sitio web de nuestro ministerio de Sanidad [de
Italia] leemos también lo siguiente:
«Estudios recientes de neuroimaging funcional y de
neurofisiología clínica muestran que en algunos de estos pacientes es posible
evocar respuestas que demuestran una posibilidad residual, más o menos básica,
de percibir estímulos ambientales, con el consiguiente análisis y
discriminación de los datos por parte del paciente. Es muy importante recordar
que según el estado actual de los conocimientos, las bases concretas
anatómicas y fisiológicas de la conciencia no son conocidas, mientras que
son cada vez mayores las evidencias que sitúan algunas de las actividades
de la conciencia también en partes del sistema nervioso central distintos a la
corteza cerebral (sede principal del daño del estado
vegetativo). Tampoco hay certeza absoluta sobre el hecho que
el paciente en estado vegetativo no siente ningún tipo de sufrimiento».
Cada vez parece más claro que la conciencia no depende solo de la corteza
cerebral,
y que sabemos muy poco del estado vegetativo;: un principio bioético básico dice "al menos, no causar daño"; hidratar y nutrir es un cuidado básico para todos
y que sabemos muy poco del estado vegetativo;: un principio bioético básico dice "al menos, no causar daño"; hidratar y nutrir es un cuidado básico para todos
Pero, ya se sabe, el sistema sanitario inglés se autoconsidera el mejor del
mundo y, por consiguiente, no siente ningún tipo de perplejidad ante los
tajantes juicios médicos formulados en relación a los pacientes en estado vegetativo.
Y quien ha garantizado esto jurídicamente es el Tribunal Supremo inglés, que
hace pocos días ha decretado que ya no será necesario pedir la autorización al
Tribunal de Protección para suspender la alimentación y la hidratación
de los enfermos en estado vegetativo permanente, si el personal médico
y la familia del paciente están de acuerdo.
Lady Black (in nomine omen) ha afirmado que no existe en dicha
medida ninguna violación de la Convención de los Derechos Humanos; más bien al
contrario, cumple con las exigencias de las familias, abreviando su
angustiosa espera de obtener el permiso de los jueces para acabar con la vida
de su familiar.
Se estima que en el Reino Unido hay 24.000 personas en estado
vegetativo persistente o en estado de mínima conciencia (que no es lo mismo,
pero se puede fácilmente camuflarla segunda categoría en la primera, sobre
todo si los médicos y los familiares están de acuerdo).
Además del motivo “humanitario”, queremos resaltar el motivo económico de
esta medida: el Tribunal de Protección se ha pronunciado en los últimos 25 años
sobre una miríada de casos, en procesos [judiciales] que
se han prolongado durante meses, a veces años, y que han supuesto un
coste a las autoridades sanitarias de aproximadamente 50.000 libras esterlinas
[más de 56.000 euros] en costas cuando se presentaba recurso (y
cuando los jueces, probablemente más honestos que los médicos, planteaban
alguna duda sobre la licitud).
Hasta ahora, los médicos ya podían, de acuerdo con la familia del
enfermo, suspender cualquier forma de tratamiento que pudiera salvar la
vida a un paciente en estado de mínima conciencia o en estado vegetativo, como
por ejemplo, interrumpir la diálisis.
Sin embargo, suspender
la alimentación e hidratación,
requisitos fundamentales para sobrevivir, era una medida que no se podía
aplicar sin la aprobación de un juez, que decidía según el mejor interés del
paciente. Esta excepción era debida al molesto significado emotivo y
psicológico que se atribuye a la retirada del sustento de una persona
y, por esto, algunos expertos han considerado que, para no embarcarse en el
fastidio de llamar en causa a los tribunales, los hospitales han gastado mucho
dinero ocupándose de personas en estado vegetativo (un paciente en estado
vegetativo durante 7 años cuesta más de 1.150.000 libras esterlinas
-casi 1.300.000 euros) cuando, en realidad, habrían podido deshacerse
rápidamente de los enfermos irrecuperables y, así, liberar camas y
recursos.
El Dr. Peter Saunders, director del grupo Care Not Killing (Cuidar, no matar), ha dicho que está “muy
preocupado y decepcionado por la sentencia del Tribunal Supremo”
acerca de la retirada de los cuidados para los pacientes vegetativos,
que “están a punto de morir de hambre y sed”.
Ha afirmado que a las personas vulnerables se les ha retirado un “ulterior
nivel” de protección, y que “las preocupaciones económicas relacionadas con el
cuidado de los pacientes vegetativos podrían llevar a tomar decisiones por las
razones equivocadas”.
Como sucede con los abortos, y sobre todo con los abortos tardíos, en los
que nadie se preocupa del dolor que siente el feto, -¡qué más da, total ya se
ha decidido que ese ser humano debe morir!-, también en este caso se decide
que los enfermos en estado vegetativo ya no pertenecen al género humano,
reduciendo su lento homicidio por hambre y sed a un acto de
piedad hacia sus familiares, totalmente indiferentes al sufrimiento causado,
además de eliminar de manera definitiva el fundamental derecho a la vida que,
por naturaleza ontológica intrínseca, estas personas mantienen inalterado.
El motivo económico -el dinero que se ahorra el Estado para, así,
hacer una división más ecuánime de los recursos-, tiene una lógica
diabólica, que suprime con claridad y sin remordimientos a los más débiles del
listado de los sujetos de derecho.
En Italia nos indignamos (o exaltamos; pero todos nos agitamos) ante
el caso de Eluana Englaro que, después de
todo, sigue siendo una excepción en el panorama médico; pero en
Inglaterra ya ha sido ampliamente digerido y metabolizado el concepto que
“vegetar” en una cama no es vida y que quienes se encuentran en esta condición,
más allá de su efectivo estado de conciencia más o menos mínima, tienen que ser eliminados
lo más rápidamente posible.
Por este motivo no interesan mínimamente los estudios que muchos
especialistas están llevando a cabo sobre el cerebro, para captar señales
de comunicación mediante la activación de distintas áreas del cerebro: el
problema claramente no es si estos enfermos tienen o no un estado de
conciencia, sino qué calidad de vida pueden tener en el futuro.
El ataque está dirigido, de manera más que evidente, a la minusvalía y no
tiene nada que ver con la libertad de disponer de la propia vida de manera
extrema, hasta la decisión de morir (la hoja de parra de la
autodeterminación ha caído definitivamente en esta sentencia), ni podemos
creer en el argumento de la piedad hacia el enfermo, visto que se
decide dejarle morir de hambre y sed sin conocer su capacidad de percibir dolor.
Tanto valdría entonces dar el paso que falta y aprobar la eutanasia activa:
que estos condenados a muerte tengan de verdad derecho a la piedad por lo menos
en la muerte. Pero que se diga claramente, sin hipocresía y
nauseabundos falsos buenismos, que la sociedad inglesa elige, por
motivos económicos, matar a sus miembros más débiles, porque las cuentas
valen más que las personas.
No ciudadanos, sino
esclavos del Estado, dueño de sus vidas.
CONCLUSION: Esta práctica correrá
como reguera de pólvora en otros Estados, alentados por esta jurisprudencia
inglesa abandónica del más débil, cuya vida descartable ya no le interesa a nadie,
ni por los costes que los CTI representan para los sistemas sanitarios ni para
los parientes de los enfermos, que podrán tratarlos como un pedazo de carne a
descartar, sin siquiera solicitar intervención judicial e incluso
suspendiéndole la alimentación e hidratación al más débil.
Nos preguntamos: que
diferencia tiene toda esta práctica con la eugenesia nazi de los campos de
exterminio de la segunda guerra mundial?
En la pregunta está la
respuesta. El mundo seguirá su deriva relativista hasta estrellarse ante su
propia miseria moral?
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