Obispo de Madison pide investigación sobre la carta de Mons. Viganò



(InfoCatólica) Declaración de Monseñor Robert C. Morlino del 27 de agosto de 2018 sobre la crisis actual de abusos sexuales en la Iglesia

En primer lugar, me gustaría señalar que me uno al Cardenal DiNardo y su declaración en nombre de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, particularmente en dos aspectos:

1) En su declaración, el Card. DiNardo indica que la reciente carta del Arzobispo Carlo Maria Viganó, ex Nuncio Apostólico en los Estados Unidos, «aumenta de forma especial la concreción y urgencia» del examen por parte de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos de los graves defectos morales de algunos obispos. «Las cuestiones planteadas«, afirma el Card. DiNardo, »merecen respuestas que sean concluyentes y estén demostradas. Sin esas respuestas, algunos inocentes pueden quedar manchados por acusaciones falsas y los culpables pueden repetir los pecados del pasado».

2) También indica el Card. DiNardo que «renovamos nuestro afecto fraterno por el Santo Padre en estos días difíciles».

Me uno completamente a esas convicciones y sentimientos. Sin embargo, debo confesar mi desilusión por el hecho de que, en sus comentarios en el vuelo de regreso de Dublín a Roma, el Santo Padre haya decidido no hacer declaraciones sobre las conclusiones que pueden extraerse de las alegaciones de Mons. Viganò. El Papa Francisco dijo además expresamente que tales conclusiones debían dejarse a la «madurez profesional» de los periodistas. De hecho, tanto en los Estados Unidos como en otros lugares, pocas cosas hay más cuestionables que la madurez profesional de los periodistas. El sesgo de los principales medios de comunicación no podría ser más claro y casi todo el mundo lo reconoce. Yo nunca atribuiría madurez profesional al periodismo del National Catholic Reporter, por ejemplo (y, como era previsible, es ese periódico el que está liderando el ataque y la campaña de difamación contra Mons. Viganò).

Después de renovar mi expresión de respeto y afecto filial por el Santo Padre, debo agregar que, durante el tiempo en que Mons. Viganò fue Nuncio Apostólico, llegué a conocerlo profesional y personalmente, y estoy profundamente convencido de su honestidad, lealtad y amor para con la Iglesia, e impecable integridad.

De hecho, Mons. Viganò ha planteado diversas acusaciones concretas y reales en su escrito reciente, en el que proporciona nombres, fechas, lugares y la ubicación de la documentación de prueba, ya sea en la Secretaría de Estado o en la Nunciatura Apostólica. Por lo tanto, los criterios para que una acusación sea creíble se cumplen más que de sobra y ciertamente conviene realizar una investigación, de acuerdo con los procedimientos canónicos pertinentes.

Debo añadir que mi fe en la Iglesia no se ve afectada en absoluto por la situación actual. Situaciones similares, y peores, se han producido en el pasado, aunque quizás no en los Estados Unidos. Es hora de renovar nuestro convencimiento y fe en ese artículo del final del Credo de Nicea: Credo [...] et unam, sanctam catolicam et apostolicam Ecclesiam, que traducido literalmente significa, creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. La Iglesia es el cuerpo de Cristo y, como preguntaba el Evangelio de ayer: «Señor, ¿a quién iremos? Solo tú tienes palabras de la vida eterna».

Que Nuestra Señora, Madre de la Iglesia y Madre de Obispos y Sacerdotes, interceda por nosotros, junto con San Miguel Arcángel, mientras continuamos nuestra batalla contra el antiguo enemigo.

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1:05:00 p.m.

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