El amor en San Francisco


Hay dicho que la nota característica de San Francisco es el amor. Certísimo; San Francisco tiene una capacidad de amar superior al común no sólo de dos hombres, sino también de los santos.

Con todo, afirmar que el amor es su nota característica es decir poco, ya que no hay santo, como no hay orden, que no ostente el mismo motivo fundamental del cristianismo; lo que distingue a santo de Santo, como hombre de hombre (y en nada se revela tanto lo que vale un hombre como en el amor), es el modo de amar.

El modo de amar de San Francisco es concretez y renuncia, que tiene su desarrollo en la acción y en la pobreza. Desde que en Espoleto el gran rey le da a entender que no existe más poderoso señor; desde que en San Damián le enseña el crucifijo que no hay en el mundo hombre que prometa sin engaños como Jesucristo (el cual promete a la vida terrena sólo su Cruz y su paz), que por nosotros muera como Jesucristo, que se nos dé como Jesucristo, San Francisco ama a Jesús con amor único.

Más, como quiera que el amor, en un hombre como Francisco, es fuente de acción, al punto se pregunta: "¿qué debo hacer?"; y respondiendo el Evangelio: "el que me ama, guarda mis mandamientos", no se arrima a un particular director de espíritu, no piensa en entrar en un monasterio, sino que en todas sus dudas abre el Evangelio, y el primer consejo que se ofrece lo sigue "a la letra", como si para él sólo fue descrito.

Merced a esta manera concreta, la devoción de San Francisco se dirige a la humanidad del hijo de Dios, allí donde sufre más vista más humillada: Belén, el Calvario, la Eucaristía. Tantos se engolfa en la hoguera de amor, que logra que lo sobrenatural se haga sensible; y, en efecto, en su cuerpo se imprimen, selló para él, sino de santidad para nosotros, las cinco llagas que Jesús.

Por este modo concreto de amar acude al servicio de la iglesia, seguro de que la Iglesia nace de Cristo y es su cuerpo místico. San Francisco es el hijo fidelísimo del Iglesia romana; tiene la catolicidad por divisa de su amor para con Jesucristo, cabalmente porque está catolicidad era el modo concreto de realizarlo; al revés de la secta herética contemporánea, las cuales, rebeldes al sucesor de Pedro, no aceptando integro el Evangelio y pretendiendo restaurarlo en el mundo, eran cabalmente la negación de este modo concreto de amor; el amor a Dios de los herejes era un amor que se sumaba en fantástica aspiración hacia una divinidad y una voluntad divinas, cortadas al talle de su capricho.

Hasta las manifestaciones del amor divino revelan en San Francisco un sentido de concretez. Y nótese que esta su concretez no es la del hombre de ciencia, sino la del artista; es decir, que su amor hace fermentar la fantasía creadora, y por eso sus plegarias se transforman en campos y sus contemplaciones en escenas dramáticas como el pesebre amplió parte esta visión concreta del amor necesariamente viene a parar en la acción, o sea, en empresas reales, en obras de bondad para los que sufren, emisiones para la conversión de los paganos.

En la acción, como en una dinámica resultante, se funden todos los contrastes de la estupenda naturaleza de San Francisco de Asís.
11:39:00 p.m.

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