Un buen cristiano por quién no debe de votar (y por quién sí)


Eugenio Amézquita Velasco

Muchos nos preguntamos, como bautizados, como cristianos pertenecientes a diferentes denominaciones por quién no y por quién sí debemos de votar; muchos decidimos votar en medio del coraje, la decepción y la amargura y del castigo en contra de quienes nos han dañado como gobernantes. Si bien es entendible la actitud, no debe ser el parámetro. Actuar en base a las vísceras y a los sentimientos implicaría un suicidio político para el votante y para todo un país.
¿Cómo saber si aquel partido político y aquel individuo es el que conviene?

La respuesta se basa en el analizar, meditar y razonar el actuar político y personal del individuo y del partido que busca ser votado; por la congruencia de vida del mismo sujeto que habla de paz, cuando en su actuar ha sido violento; o cuando habla de democracia cuando en sus decisiones las fundamenta en la imposición y el tradicional "dedazo".

Algunos criterios: por quién no votar

Un buen cristiano seguiría los siguientes criterios para no votar por determinado candidato o partido:

Primero, un buen cristiano no puede votar por un partido o por un candidato que esté en contra del respeto absoluto que se debe a la vida humana desde la concepción hasta su desenlace natural, como serían los que propician el aborto, la eutanasia o la manipulación de embriones.

Segundo, un buen cristiano no puede votar por un partido o por un candidato que no respete la dignidad humana, como serían los que defienden la prostitución, el homosexualismo o el lesbianismo, los anticonceptivos físicos o químicos, la pornografía especialmente la infantil, la clonación humana, el uso o tráfico de drogas, la venta indiscriminada de alcohol, el machismo, la discriminación étnica y racial.

Tercero, un buen cristiano no puede votar por un partido o por un candidato que no respete el derecho primario de todo hombre o mujer a practicar, en privado o en público, individualmente o en grupo,  sus creencias religiosas; o que obstaculice de cualquier manera la enseñanza de la religión, prohíba las manifestaciones públicas de fo o se oponga a la instalación de los lugares para el culto que pida la comunidad.

Cuarto, un buen cristiano no puede votar por un partido o por un candidato que se oponga a niegue el derecho inalienable de los padres de familia a escoger el tipo de educación que, de acuerdo a sus convicciones, quieran para sus hijos.

Quinto, un buen cristiano no puede votar por un partido o por un candidato que no le garantice, con certeza moral, que utilizará honestamente los dineros y bienes públicos; que va a cumplir lo que promete, que buscará el bien común y no el provecho propio y de sus colaboradores.

Sexto, un buen cristiano no puede votar por un partido que no se comprometa a promover la dignidad de la familia fundada sobre el matrimonio monogámico entre personas de sexo opuesto; a combatir la violencia, la drogadicción, la injusticia institucionalizada, la corrupción política y que no haga propuestas creíbles en favor de los más necesitados.

Por quién sí debe votar un cristiano

Para un buen cristiano, la lista de características para definir su voto se concentra  en tres aspectos simples y que son planteados de la siguiente manera:

Primero, un buen cristiano debe votar, preferentemente, por un candidato que respalde con su ejemplo, las virtudes humanas y cristianas como son el respeto a los demás, el saber escuchar, el diálogo, el decir la verdad, la honestidad, la vida ordenada, la fidelidad conyugal y el amor a su familia.

Segundo, un buen cristiano debe votar, preferentemente, por un candidato que demuestre con hechos su espíritu de servicio a los demás, con especial preferencia hacia los pobres y que en todo defienda la dignidad de la persona humana.

Tercero, un buen cristiano debe votar por un candidato que tenga cualidades de gobierno y que garantice la vigencia del estado de derecho mediante la aplicación de la ley, sin excepción de personas o de cargos.

Hace muchos años en México, en los pueblos pequeños, para la gente no había mucha dificultad en determinar por quién votar. La gente preguntaba "¿De quién es hijito el que va de candidato?" y cuando se escuchaba el nombre del padre o la madre, si venía de familia buena, la respuesta era inmediata: "¡Ah... hijito de don fulano! Ese es el que va a ganar", respondía el pueblo. Ante el crecimiento demográfico del país, es importante investigar los antecedentes del candidato. Así podremos saber de quién es hijito y la clase de hijito que es.
2:53:00 p.m.

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