3 rasgos de Pablo VI: Humildad, caridad y sufrimiento por la Iglesia y por el mundo

(ZENIT – 11 oct. 2018).- “Una de las primeras cosas que me dijo Francisco después de ser elegido Papa es que rezaba por poder canonizar a Pablo VI” ha revelado el Cardenal Giovanni Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

En la tarde del jueves, 11 de octubre de 2018, el cardenal Becciu y el Cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez ha ofrecido una rueda de prensa en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, sobre la inminente canonización de Pablo VI y Óscar Romero, junto a los beatos Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, Francesco Spinelli, Vincent Romano y Maria-Katharina Kasper.

Si bien el Card. Becciu ha aportado información sobre el Papa Montini y los otros 4 beatos, el Cardenal auxiliar de San Salvador se centrado en el beato Óscar Romero.

Mons. Giovanni Angelo Becciu ha indicado que Pablo VI era un “hombre de fe, un hombre humilde”. Fue un “contemplador, místico, en ausencia de fenómenos extraordinaria, la Eucaristía siempre estuvo en el centro de su vida” ha expresado.

Humildad, caridad y sufrimiento

De modo esquemático, el Cardenal ha destacado tres aspectos de Pablo VI: Humildad, caridad y ser un hombre sufridor “por la Iglesia y por el mundo”.

La humildad de Pablo VI “no era una humildad artificiosa, era natural”, ha afirmado. Sus gestos era expresión de una profunda interioridad. Se destaca la espontaneidad. Ha realizado gestos como besar el suelo (una vez en Milán) o los pies de un metropolita ortodoxo, o arrodillarse espontáneamente ante algunos hombres.

Con respecto a la caridad, el Cardenal ha señalado que “toda su vida fue un don a la Iglesia, a Jesucristo. La verdadera caridad es la que nace del corazón, y de la disposición del alma y del animó y esto era natural de Pablo VI”.

Hombre sufriente por la Iglesia y por el mundo. Se le notaba en la cara. Alguien dijo que era un hombre triste. No tenía alegría exterior pero sí tenía una serenidad interior. Es un buen arzobispo, llegará a ser Papa pero aconséjele que sonría un poco más. Él era el hombre de la serenidad interior.

De joven vivió los totalitarismos, el nazismo, y en sus años de pontificado vivió tanta contestación… era el año 68. Hubo una contestación abierta, en que fue ocupada una iglesia, se ocupó la catedral de Parma, no eran enemigos, eran católicos. Era la primera vez que pasaba esto. Lo sufrió mucho, ha narrado el Cardenal Becciu.

“El verdadero amor de Pablo VI fue la Iglesia”, ha asegurado el Prefecto para las Causas de los Santos. “Lo dio todo por la Iglesia, en el momento de su muerte, rezó por la Iglesia y pidió a los que estaban con él que también lo hicieran”.

Al escribir la encíclica Humanae Vitae–ha explicado el Prefecto– Pablo VI intuía que habría críticas a esa encíclica pero quiso darle prioridad a su conciencia, a su discernimiento, hizo lo que el Señor le pedía.

“Pablo VI ya empezó la reforma de la Iglesia. Su gran éxito fue llevar adelante el Concilio. Cambió totalmente las perspectivas de la Iglesia, esta nueva visión originó la reforma, que dio origen a nuevos dicasterios y reformaron también la Secretaria de Estado. Cambió la perspectiva en este sentido. Pablo VI animó la reforma”.

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1:09:00 p.m.

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